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Máquinas espirituales: sesiones de espiritismo robótico

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Jason Castro, artista plástico y maestro en artes electrónicas, estará realizando una serie de talleres e investigaciones sobre el espiritismo robótico en el que se reflexionará sobre las nociones de la religión, la fe y la espiritualidad de los seres humanos en el marco de la Residencia Plataforma Bogotá - Exploratorio del Programa Distrital de Estímulos del Instituto Distrital de las Artes - Idartes

El Exploratorio es un taller público de experimentación, ubicado en el Parque Explora de Medellín, Colombia que a partir de distintas disciplinas como las artes visuales, la biología, la robótica, el arte sonoro, el activismo de dats y  el diseño, personas de distintas edades pueden generar ideas y desarrollar proyectos. 

En esta cuarta edición de la residencia Jason estará explorando las posibles nociones que puedan existir en relación a la noción de lo espiritual no sólo a partir de los proyectos a desarrollar por los participantes del laboratorio Máquinas espirituales: sesiones de espiritismo robótico, sino que también recorrerá diversos sectores de Medellín, con el fin de generar paisajes sonoros sobre estas perspectivas.  

Plataforma Bogotá habló con Jason Castro sobre sus concepciones acerca de lo humano, la religión y las máquinas, investigación que estará desarrollando en su residencia en Medellín en septiembre. 

¿Cómo ha sido su trayectoria? ¿Cuáles son sus intereses?

Soy artista plástico de la Universidad Nacional de Colombia e hice una maestría en Artes Electrónicas en la Universidad de Tres de Febrero en Buenos Aires, Argentina. Mis intereses tienen que ver con el arte, la ciencia y la tecnología. Desde hace un buen tiempo, mi práctica artística gira en torno a esa relación del hombre y la máquina, de la tecnología y el arte, de la filosofía respecto a las prácticas contemporáneas, tanto el arte como la ciencia. En el último tiempo he estado apasionado por la idea de la máquina, de lo espiritual, de ese futuro de la humanidad. 

También he estado haciendo mi práctica profesional. Tengo experiencia en la docencia, pues la educación también me interesa. En este momento soy director de un proyecto de robótica educativa en una editorial que se llama Santillana en Iberoamérica. Ahí coordino a un equipo y realizo consultorías a colegios que implementan programas de robótica, en el tema comercial, de promoción y de implementación de este tipo de proyectos en colegios para que niños y niñas se acerquen a la ciencia, a la programación, a la robótica y al arte desde un punto de vista lúdico y didáctico. 

Estoy muy entusiasmado también por participar en este tipo de espacios, de residencias artísticas, encuentros, exposiciones. Además de lo que mencioné, tengo un par de proyectos personales e iniciativas autogestionadas. 

¿Qué iniciativas tiene?

Tengo un espacio, un podcast, que se llama Inaudita Radio. Yo tuve la oportunidad y la gran fortuna de acceder a una beca internacional, una residencia en 2010 que articuló Fundación Gilberto Alzate Avendaño - FUGA con dos museos en Rosario, Argentina. Ahí fui a hacer una residencia que fue básicamente el inicio del podcast, lo pude retomar hace poco. Son conversaciones con artistas. Ahora, en esta nueva temporada, hablamos con artistas y científicos para echar ideas y construir un imaginario de todos estos intereses entre lo científico y lo artístico. 

También dirijo desde hace cinco años DIGITALES, un salón de artes electrónicas que resultó ser en el inicio la muestra final de trabajos de chicos que estudiaban Artes Electrónicas en la Universidad Distrital, en donde fui docente, y esta muestra que era la final del semestre se convirtió en un salón universitario de artes electrónicas y ya espero que el otro año sea un salón de artes electrónicas nacional. En eso estoy. 

 

Entrando más a su propuesta ¿de dónde surge el interés particular de la relación entre el alma y lo espiritual con la tecnología?

Vengo de una familia católica y nací en un país profundamente católico como lo es Colombia. Cuando uno voltea a mirar alrededor se da cuenta de que muchas de las cosas que nos moldean como colombianos tienen que ver con la religión. Políticos jurando sobre la biblia, presidentes confiandole tragedias nacionales a una virgen, la familia teniendo prácticas religiosas, rezando… Es decir, todas esas prácticas religiosas, los ídolos, hacen parte de la información cultural. 

Cuando me adentro un poco en estas investigaciones de la ciencia y el arte me encuentro con que me apasiona mucho la astrofísica, que en definitiva busca explicar el mundo, lo que busca también el catolicismo y otras religiones. Así que, una particular relación entre la religión y la ciencia es explicar el mundo. Después de varios años de pensar en la idea, de por qué se inquieta la inteligencia artificial, la astrofísica, me encuentro con libros como el de Kurzweil La era de las máquinas artificiales y otros tantos autores que plantean justamente cómo en un futuro, no tan lejano, las máquinas van a desarrollar eso que llamamos lo humano.

Entonces, me parece muy interesante pensar en qué es lo humano. ¿Será que lo humano es el arte? ¿Será que lo realmente humano es la religión? ¿Será que lo humano es el espíritu y el alma? La propuesta que se presenta para la residencia, es si las máquinas van a desarrollar en algún momento espíritu, un alma.

¿Qué implicaciones tendría para usted que en un futuro eventual las máquinas tengan esa característica humana?

Es muy intrigante pensarlo porque los científicos más pesimistas aseguran que no tenemos marcha atrás frente al calentamiento global. Esto implica que, tal vez, en un par de siglos, y sino un poco menos, vamos a estar realmente delicados como sociedad para poder subsistir del agua, de la vegetación, como lo estamos viendo hoy con olas de calor que matan muchas personas en los extremos del globo, tanto en Europa como en Australia. Eso se va a empezar a acentuar y todo porque tenemos una cultura extraccionista e irresponsable. 

Los que saben de esto pronostican algo realmente distópico y ya se habla sobre cómo nuestro futuro es robótico y tendrá que ver con nuestras máquinas de inteligencia artificial, del software y que el cuerpo humano va a mutar hacia lo tecnológico. ¿Qué implicaciones tiene? Implica que es importante enseñarle a las niñas en las escuelas que la robótica, la programación, la ciencia y la mecatrónica son importantes y que no es una carrera de niños ni de hombres. También se debe pensar que el arte tiene que ver justamente con eso que vamos a pensar que es lo humano del futuro ¿y qué es? Seguramente la inteligencia artificial humanizada, espiritual o que hace arte, así que para mi gusto tiene un montón de implicaciones a futuro supremamente interesante. 

Menciona que en el laboratorio estará desarrollando sesiones de espiritismo robótico ¿Qué se entiende por eso? ¿de dónde salió el concepto?

Me estoy inventando el concepto en esta residencia, pero intuyo que tiene que ver con la idea que tenemos nosotros con el espiritismo humano. Pongámoslo en estos términos: muchas personas creen en fantasmas, muchos ven fantasmas y les rezan a ellos, y por supuesto, con el respeto de la práctica religiosa de cada quien, ocurre algo interesantísimo, y es que el concepto de fe, como concepto de confianza, se separa radicalmente en esta propuesta. Yo planteo que la fe tiene que ver con el dogma, la creencia ciega, como por ejemplo hacia entes invisibles. Cuando un futbolista mete un gol, mira el cielo y agradece porque cree en un dios superior, es invisible y no lo podemos ver, no se puede comprobar desde lo científico y lo observable. Por otro lado, la confianza tiene tiene que ver con lo observable y se observa que los fantasmas no existen. Desde un punto de vista empírico y científico, Dios no existe y en ese sentido me parece una reflexión supremamente interesante. 

Entonces, yo creo que las sesiones de espiritismo robótico son precisamente que desde la ciencia, la tecnología y el arte podemos saber acerca de la fe y de la confianza, de la creencia y de la observación, de la ciencia y de la religión. Yo intuyo que el espiritismo robótico en el taller abierto en Exploratorio va a ser justamente una exploración de los participantes acerca de su espiritualidad, de lo que consideran que es el alma y de ese futuro que muchas veces pintan distópico desde la ciencia y la tecnología. 

 

En su propuesta habla sobre unos paisajes sonoros ¿Cómo piensa integrar todos estos conceptos con la tecnología en el laboratorio? ¿Cómo se imagina esas sesiones?

Busco establecer un paisaje sonoro de entrevistas y charlas, una documentación desde el sonido acerca de las prácticas religiosas de varios sectores, habitantes, actores de la sociedad de Medellín, en este caso representativa de un país. También tiene un componente de cacharros, vamos a usar desde arduinos, sensores infrarrojo, de proximidad, electrónica básica porque es un taller abierto para que las personas puedan crear artefactos que den cuenta de su espiritualidad y de esa reflexión que surge de los paisajes sonoros y de unas discusiones que vamos a tener en ese espacio. Así que, lo que imagino es que este taller va a resultar y va a esculpir una suerte de artefactos que den cuenta de eso que llevamos muy al interior nuestro y que consideramos es la espiritualidad. 

Entendiendo el Exploratorio como un espacio de experimentación en el espacio público ¿cuál es la relación entre lo que menciona con la noción de espacio público?

A mí me ha interesado mucho, aunque no los veo, pero de alguna manera termina llegando a ellos, son los noticieros. Cuando ocurre algo en este país, lo que quieras que sea, desde que en un video un ente fantasmagórico empuja o hiere a un vigilante en una noche peligrosa, hasta que algún político le encarga una crisis a una estatua. 

La sociedad colombiana está históricamente relacionada con lo católico. En ese sentido, Medellín es una de las ciudades más religiosas del país y me parece muy interesante ir a la calle y escuchar. El taller se hará con el espacio público de lugares específicos, porque es una ciudad principalmente religiosa, una sociedad que se comporta de acuerdo a estos preceptos católicos y me parece muy interesante poner en juego la visión sobre esa cultura frente a lo que significa también  Medellín como la ciudad del futuro, de la tecnología, de las startups, de la inteligencia artificial.