Una perspectiva del trabajo informal en el Sur Global

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Con una crítica al modelo capitalista actual, Ana María Baquero, conocida también como Crila Regina, presentó su propuesta Visualizaciones del rebusque tercermundista para la Residencia Plataforma Bogotá - Trias Culture: Africa Art Box, del Programa Distrital de Estímulos del Instituto Distrital de las Artes - Idartes. 

Esta residencia, que se realiza en el marco del premio ArtBox Digital, promovido por Trias Culture y con el auspicio del Fak’ugesi African Digital Innovation Festival, apoyado por Arts Research Africa del Wits School of Arts, y de la agencia de comunicación Griot, busca apoyar la creación digital de artistas africanos y latinoamericanos que busquen desarrollarse en este campo y contribuir a la consolidación de una red profesional del Sur Global y abrir nuevos diálogos con el mundo. 

A lo largo de los meses de agosto y septiembre, la artista bogotana estará viajando a Johannesburgo, Sudáfrica, la ciudad más grande de este país, y una de las 40 más grandes del mundo, para desarrollar, a través de un laboratorio, un proyecto que combinará un ejercicio de etnografía con los vendedores ambulantes de Johannesburgo, la animación y el uso del lenguaje de programación JavaScript. Su propuesta, enfocada en el rebusque, o el trabajo informal, buscará analizar patrones en esta ciudad, que hace parte del Sur Global como Bogotá. 

De acuerdo con la organización Women in Informal Employment: Globalizing and Organizing - WIEGO, en la provincia de Gauteng en Sudáfrica se encuentran alrededor de 1.1 millones de trabajadores informales en las tres ciudades principales, incluyendo a Johannesburgo. De esta cifra, una gran mayoría vende comida en las calles de la ciudad, con regulaciones marcadas por la  política estatal. 

El subdirector interino de comercio informal en el Departamento de Desarrollo Económico de la ciudad Elliot Dubasi afirmó que existen alrededor de 11 mercados refugiados en el centro de Johannesburgo, de acuerdo con la agencia de noticias Ground Up. Además, es importante mencionar que este sector se vio altamente afectado por la emergencia sanitaria generada por el COVID 19. 

Idartes habló con Ana María Baquero, quien se va a realizar su residencia a Johanneburgo sobre su proyecto y concepciones. 

¿Cómo ha sido su trayectoria y qué proyectos ha desarrollado? ¿Cómo llegó a la animación digital?

Salí egresada como maestra en Artes plásticas y visuales de la Universidad Francisco José de Caldas en 2017, pero durante los últimos semestres de la carrera me vi muy interesada por la creación digital, sobre todo por la animación. Siempre que pensaba en la ejecución de una idea mía, o de alguna obra, sentía que no bastaba plasmarla de manera estática - como la pintura y el dibujo- para desarrollar del todo mi concepto. Entonces, sentí que la animación era el medio por el que me podía expresar mejor. No nos enseñaron como tal esta técnica en la universidad. Durante los últimos semestres aprendí con compañeros de la carrera que también tenían ese interés. 

Por otro lado, considero que lo más relevante de mi carrera es el Premio de Arte Jóven de 2018. Me lo gané cuando salí de la universidad con una animación que se llama Ruta repetida, que nació de mi frustración de haber estado trabajando en áreas de producción para un público masivo, como en restaurantes de clubes en el norte de la ciudad  -me refiero a un montón de comensales-. Yo trabajaba como auxiliar de cocina y me veía haciendo acciones repetitivas todo el día, que para mí no tenían propósito más allá de alimentar a un número de personas, por lo que hice una animación de personajes en un video, donde están trabajando constantemente en una industria. Aparte hice otra animación que es complementaria para mostrar el consumo de esa industria en la que trabajan esos personajes: un supermercado con muchos consumidores, un ciclo repetitivo. 

También saqué una serie que está en YouTube que se llama Mi llanto enamora. Estuvo expuesta en Beyond the Pussy en Costa Rica. En las animaciones resignifiqué escenas dramáticas de novelas latinoamericanas para hacer parodias de algo que de por sí ya es ridículo; hacer una suerte de exageración de una escena ya exagerada. Está en constante crecimiento, tengo como 11 videos ahora. 

Otra cosa que me interesa de la animación es la versatilidad de lo que vivimos. Ahora podemos compartirla de manera mucho más sencilla dentro de las redes sociales, y mi aspiración es que llegue a diferentes tipos de públicos sin estar muy estructurados como lo puede ser una exposición en una galería o un museo. En una red social no sabes dónde puede llegar a parar lo que creas. La imagen digital tiene la capacidad de ser más masiva.

¿Con qué herramientas anima? ¿con qué aprendió?

Pasé por una fase en la que hacía dibujos en el papel, los escaneaba y luego lo pasaba en una línea de tiempo en Premiere. Después hice el mismo proceso en Photoshop frame por frame. Así me gusta hacerlo en lo de las telenovelas, porque ese movimiento, al contrario de lo que sería una animación ideal en la que que no se mueven cortados los personajes, sino que hay como una superposición de movimientos y se sienta más fluida. A mí me gusta que se sienta cortado. Es la estética de mis animaciones, de lo pixelar. 

Después aprendí a manejar After Effects y una plataforma que se llama Toon Boom. Aprendí con unos amigos de la universidad que tenían más conocimiento y luego empecé a trabajar en agencias de publicidad como ilustradora y ahí me conocí con otras personas que me enseñaron a hacer animaciones más profesionales, por así decirlo. 

¿Cuáles son sus referentes en la animación?

Uno que ha estado muy presente, aunque no es una animación como tal, sino un videojuego, se llama Roller Coaster Tycoon de los 90. Tiene una estética particular, que igual en ese momento no había mucha alternativa más allá de 8 bits. Ese juego marcó mucho mi vida porque ahí tienes que construir parques de diversiones, pero lo importante es que puedes ver a los consumidores en el parque. Tienes acceso a su nivel de satisfacción, al dinero que han gastado y que tienen. Es muy interesante porque es como ver una microsociedad basada en el consumo, un tema que me interesa mucho. Ya en la universidad vi animaciones de Adult Swim. Con estas me dí cuenta de que sí era posible hacer animación más allá de la publicidad, algo más artístico. 

En su propuesta para la residencia afirma que planea usar código JavaScript para desarrollar el proyecto ¿qué se hará con él? ¿dónde aprendió?

El uso de código es un deseo que no he alcanzado del todo. Es otro mundo en el que tienes que aprender un lenguaje básicamente desde cero, entonces he venido intentando. Soy muy autodidacta, pero soy consciente de que eso no implica que lo haga todo sola, sino que en mi vida existen muchas personas que comparten sus conocimientos conmigo, de lo que estoy muy agradecida. 

He estado en cursos pero no he hecho algo muy grande, como una carrera en JavaScript o en desarrollo. Básicamente han sido personas que han compartido conmigo sus procesos. 

La intención de este laboratorio es hacer una animación siguiendo esa línea, pero la idea es que sea interactiva, casi como un videojuego, solo que no existe un objetivo claro, enemigos o niveles. De todos modos, esto puede cambiar con respecto a lo que ocurra en la residencia y las relaciones del momento. La idea es crear un escenario de ciudad animado con vendedores ambulantes, porque el proyecto es acerca de ellos, en donde el público y el espectador pueda, de cierta forma, acceder a la información más profunda dando clic en un vendedor, interactuar con lo que está pasando en la animación, con lo que está ocurriendo de manera automática. Para esa animación interactiva necesitamos la programación y yo podría aportar desde mis conocimientos, pero la idea es convocar desde Johannesburgo un grupo de personas y que entre esas haya un programador que me pueda ayudar.

¿De dónde surgió su interés por el tema del rebusque? ¿Por qué decidió utilizarlo para la propuesta de la residencia?

Inicialmente, mi interés acerca de los vendedores ambulantes, lo que yo llamo el ‘rebusque’ o trabajadores populares o informarles, está basado en lo que contaba de mi experiencia no solo en el restaurante, sino en toda la experiencia laboral que tuve para solventar mi carrera económicamente. Aquí es difícil que se respeten los horarios y es posible que llegues a ser explotado. Está muy presente el hecho de que saben que tienes la necesidad de un trabajo y pueden jugar con eso para explotarte de cierta forma. No es que me haya ido mal en los trabajos, sino que sentía esa vulnerabilidad como trabajadora. De ahí quedó esa interrogante mía sobre todos aquellos trabajos en los que es difícil encontrar una calidad de vida ideal, o que es difícil salirse de ellos por la necesidad que uno tiene. 

Entre esos encontramos a los vendedores ambulantes. Por eso quise hacer ese tema como el tema del laboratorio de la convocatoria desde Plataforma Bogotá, que además resulta que une al Sur Global, a Bogotá y a Johannesburgo. Una de las problemáticas que tiene el Sur Global es el trabajo en el espacio público, por lo que pensé que sería un buen tema para desarrollar allá. 

¿En qué aspectos se refiere a cómo ha madurado su proyecto? ¿Desde lo teórico o desde lo práctico?

Ha madurado en el sentido en el que yo, en un primer momento, tenía esta idea de que el trabajo ambulante era algo más bien folclórico, que se podía representar de manera superficial, por decirlo así, sin entrar mucho a lo que significa la experiencia de los trabajadores o de sus deseos más personales; un trabajo más humano. 

En este tiempo me he podido documentar más, leer, incluso hacer trabajo de campo esporádicamente acá en Bogotá. Creo que ellos tienen muchas cosas que contar, unas experiencias de vida muy ricas que vale la pena escuchar más allá del producto que van a generar [...] También en conceptos, relaciones con la venta ambulante, de qué tratamiento se le da acá en Bogotá, allá en Johannesburgo, documentación extensa que se me hubiese sido difícil interiorizar en un corto tiempo. Ahora siento que estoy más preparada con el conocimiento que tengo. 

¿Qué expectativas tiene de llegar allá con respecto a su propuesta?

Estoy entusiasmada y nerviosa de encontrarme con una cultura que supongo es muy diferente a la cultura de acá de Colombia. Con el proyecto desearía realmente que se pudiera generar una relación auténtica con los vendedores ambulantes. Entiendo que tenemos varias dificultades como el idioma, pues muchas veces son inmigrantes y que además hay 11 idiomas oficiales, entre ellos el inglés, el que voy a llegar a hablar allá, pero no es el que habla la mayoría de la población, es posible que los vendedores no hablen en inglés, sino lenguas autóctonas de Sudáfrica. Esa es una primera barrera que espero solucionar con un acompañante de allá.

Además, quiero desarrollar una relación auténtica con los vendedores, porque relacionarse con un objeto de estudio es clave. Estas se van construyendo de manera lenta y no como algo que voy a llegar a hacer de manera invasiva. La idea es convocar personas familiarizadas con la etnografía local y entre todos poder obtener la confianza para que ellos también desarrollen con nosotros el proyecto.

Otro aspecto que deseo es poder traducir todo lo que encontremos en animación digital, la otra fase. La idea es que los trabajadores ambulantes puedan participar en la creación de su imagen que será expuesta en animación digital. Es analizar cómo se ven ellos en el espacio público, cómo categorizan algunas zonas, algunas personas, toda esa información que tienen y viven cotidianamente. Es intentar que ellos puedan representarse visualmente con trabajos de cartografía social a ellos mismos y esos productos que van a generar en su autorepresentación. 

Su proyecto ha tenido un proceso de maduración desde la primera vez que lo presentó ¿cómo ha visto que se ha afectado el rebusque con la pandemia? Existe cierta afectación del espacio público, ¿cómo lo ve? ¿influyó en su proyecto?

El rebusque se ha venido haciendo mucho más visible en este último año, no solo para mí, sino para la población en general. Se hicieron más evidentes las problemáticas que estas personas afrontan. Aunque todos lo sabíamos, estas personas no tienen acceso a la salud o no pueden guardar cuarentena porque no hay nadie que los soporte dentro de la estructura del trabajo, pues muchas veces son consideradas “personas ilegales” que no pueden ser subsidiadas, o que muchas veces no los reciben. 

Esa problemática me hizo pensar que era importante el tema del proyecto, es algo que ahora nos ha sensibilizado con las problemáticas que ellos viven día a día. También respecto a los productos que ellos venden… para mí se hizo más notorio la versatilidad que tienen. Yo veía su labor superficial en el sentido que no sabía la capacidad que tenían para ajustarse a todos los cambios sociales que ocurren de una manera muy rápida, como cuando empezó la pandemia que se empezaron a vender productos de limpieza, tapabocas y eso.

En Sudáfrica no es tan común que los vendedores, como acá que pasan con los carritos llenos de fruta, caminen, no son ambulantes, sino que se asientan a una zona y de ahí no se mueven, como vendedores estacionarios. Esas diferencias dicen algo de la cultura, aspectos que quisiera encontrar allá en Johannesburgo y ver la versatilidad del cambio, y cuándo lo hacen. 

¿Qué puede decir del nombre de su proyecto? 

Tercer mundo es una denominación que se le da al Sur Global, o a los países en vía de desarrollo y la idea es enfocarse en esta región en laboratorio. Por otro lado, visualizaciones parte porque la invitación al laboratorio es desde dónde se representan y para qué se representan. Por lo general, lade los vendedores está supeditada a estructuras como el estado, o poderes en el entorno urbano, entonces son personas que bloquean las calles o que bloquean. La intención es que tengan la posibilidad de representarse a ellos mismos, porque no solo hay una visualización, sino que también está la de ellos y la de muchas personas. 

Encuentre aquí la entrevista en la página oficial del festival, así como la convocatoria al laboratodio en Johannesburgo.