“Del residuo al papel”, fabricación artesanal de papel con plantas de Bogotá

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En un contexto urbano en constante expansión como el de Bogotá, la interacción entre lo humano y lo no-humano se manifiesta en la proliferación de ecosistemas híbridos, donde coexisten -por ejemplo- seres humanos y animales con plantas nativas, invasoras, ornamentales y cultivadas, pero también residuos que son considerados por algunos como desechos y, por otros, como materia prima o un insumo para la experimentación. Estos elementos, que a menudo pasan desapercibidos, ofrecen una oportunidad única para repensar la relación entre los ciudadanos y su entorno natural, especialmente en términos de sostenibilidad y aprovechamiento de recursos. Precisamente ese fue el abordaje de Del residuo al papel: Laboratorio experimental con plantas de Bogotá, un espacio que proponía un enfoque práctico y creativo para la producción de papel artesanal a partir de residuos vegetales urbanos.

El objetivo principal del laboratorio, desarrollado por el colectivo Material de estudio, ganadores de la beca Plataforma Bogotá en Arte, Ciencia y Tecnología - 2023, fue reflexionar junto a los participantes, a través de diálogos y el aprendizaje de técnicas experimentales de biofabricación de papel artesanal, utilizando materias primas recolectadas en los ecosistemas emergentes híbridos que rodean el centro de la ciudad, puntualmente las zonas circundantes al Planetario de Bogotá, en donde el Parque de la Independencia tuvo un rol protagónico por las especies vegetales que alberga.

El laboratorio propuso una aproximación a la biofabricación de papel artesanal, utilizando plantas y residuos vegetales recolectados en las calles de la ciudad. Además, este espacio experimental invitó a construir reflexiones críticas junto a los participantes al desarrollar su capacidad de identificar y utilizar materiales vegetales endémicos, fomentando prácticas sostenibles, autónomas y responsables en la producción de papel.

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Recorrido por el parque de la independencia.

“Queríamos hacer un reconocimiento y entablar un vínculo de intimidad con plantas que están cerca de nosotros en muchos ecosistemas urbanos, pero específicamente en los alrededores del Planetario de Bogotá, que fue donde se desarrolló principalmente el laboratorio”, comenta Señala Sebastián Lema, diseñador y artista que integra Material de estudio, añadiendo que “fue muy gratificante tener buenos resultados al trabajar con, por ejemplo, tres especies que son representativas del Parque de la Independencia, como la palma de cera, la palma de yuca y la yuca gigante, que son plantas nativas de clima frío omnipresentes en nuestra experiencia urbana como habitantes de Bogotá”.

“Hay plantas que están en parques, jardines, separadores, pero no sabemos mucho de ellas, había muchos participantes que quizás no saben cuál es su nombre común ni sabían reconocerlas aunque las han visto toda la vida por ahí”, añade Sebastián.

A través de una metodología que planteaba la exploración de técnicas de recolección, procesamiento y creación, este laboratorio promovió la reconexión con territorios urbanos y la reflexión sobre las relaciones interespecies en contextos emergentes. Todo esto con el fin de fortalecer la autonomía creativa y sostenible de los participantes, promoviendo una mayor conciencia y conexión con su entorno urbano.

Con este espacio “lo que evidenciamos fue que, lo que suele pasar cuando se les caen las hojas a los árboles de la ciudad, es que las recogen y las mandan al camión de la basura. Eso hace que este ejercicio sea aún más gratificante: rescatar ese residuo que iba a la basura y entender el proceso de transformación de estos residuos vegetales hasta el punto de producir y trabajar su fibra, llegando a su esencia material”, reflexiona Laura Murillo, diseñadora e integrante de Material de estudio.

Para Laura Ceballos, docente, artista e investigadora que también integra este colectivo, “este tipo de ejercicios nos permiten entender que alrededor nuestro, en la ciudad, hay un montón de materia prima que no hemos visibilizado. En este caso, para encontrar esos materiales para nuestro trabajo creativo en los ecosistemas urbanos, invitamos a cruzar ciertos umbrales culturales o ciertas limitaciones mentales para así poder experimentar”.

El laboratorio se estructuró en cuatro etapas clave: recolección, producción, experimentación y socialización de resultados, permitiendo  a los participantes sumergirse en el proceso de fabricación de papel desde la identificación y recolección de materias primas hasta la creación y exhibición de productos finales.

Durante la etapa de recolección, los participantes exploraron diversos ecosistemas urbanos híbridos en Bogotá, recolectando fibras vegetales útiles para la producción de papel. Aquí, la identificación de especies y la práctica del forrajeo urbano fueron el centro, conectando a los participantes con su entorno inmediato.

El término forrajeo urbano hace referencia a la “recolección de plantas” de la ciudad que “desempeña un papel clave en la conexión con la naturaleza dentro de las urbes” (Guenat, 2023), permitiendo que las plantas de una capital como Bogotá, además de purificar el aire y de cumplir una función ornamental, pueden aportar a la industria o a pequeñas economías artesanales al ser usadas en diferentes contextos, que pueden ir desde lo gastronómico a lo industrial, abarcando un amplio espectro.

En la fase de producción, se introdujo a los participantes en las técnicas tradicionales de fabricación de papel artesanal, desde el procesamiento de fibras hasta la creación de láminas de papel, utilizando herramientas como morteros, licuadoras y marcos de liencillo para transformar los residuos vegetales en papel utilizable.

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Proceso de transformación de las fibras vegetales.

Aunque estaba dirigido a estudiantes o profesionales de artes plásticas y visuales, biólogos, antropólogos, sociólogos, psicólogos, y todos aquellos interesados en el reconocimiento de ecosistemas urbanos y aprovechamiento de recursos locales para la fabricación de papel y experimentación creativa con este material, entre los participantes había diferentes perfiles y edades, desde arquitectos o ciudadanos curiosos, destacándose por una representación mayoritaria de mujeres, quienes compartían su deseo de aprender sobre la fabricación, exploración y posibilidades de aplicación del papel en diferentes proyectos. Todos tenían en común su deseo de entablar una conversación sobre el papel y, sobre todo, algún tipo de inquietud por el medio ambiente y los temas ecológicos urbanos.

Al llegar a la etapa de experimentación, los participantes exploraron creativamente con el papel y las pulpas obtenidas, entre otros materiales, desarrollando proyectos personales que reflejaron su comprensión del proceso de biofabricación, fomentando la experimentación en el uso del papel artesanal.

En ese sentido, al proporcionar un espacio para la experimentación creativa en la fabricación de hojas de papel usando las fibras vegetales recolectadas durante las sesiones del laboratorio pero también materiales tan inusuales como cabello, se propiciaron procesos autosuficientes en la producción de papel, reduciendo la dependencia de los participantes a productos industriales y minimizando el impacto ambiental asociado a la industria del papel. 

Toda la experiencia se enriqueció gracias a la participación de expertos invitados como Elena Villamil, agricultura urbana y líder comunitaria (Huerta Santa Elena); Darcy Rincón, microbióloga investigadora de bio-materiales (BIOARQDIS Lab - Uniandes); y Daniel Quiroga, artista plástico experimentado en fabricación artesanal de papel.

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Muestra de resultados “Del residuo al papel”.

El cierre del laboratorio se dio en una muestra de resultados en el Planetario de Bogotá, donde se presentaron tanto los procesos como los productos finales, invitando a los visitantes a participar y reflexionar sobre las posibilidades de la biofabricación sostenible en entornos urbanos con base en diferentes elementos.

En esta socialización se observaron las estaciones de trabajo, en donde destacaban elementos que no son propiamente sofisticados y que podrían categorizarse como tecnologías blandas. Además, los asistentes (entre los que se contaban curiosos, niños, familias, entre otros) tuvieron la oportunidad de construir su propia hoja de papel viviendo una parte de la experiencia de este laboratorio, haciendo observaciones microscópicas sobre las plantas y las fibras en las diferentes etapas de producción del papel.

Luego de trabajar con más de 30 especies de plantas presentes en parques, jardines, separadores, huertas, plazas de mercado, cocinas y otros lugares del día a día de cualquier persona, y tras procesar los restos de sus cuerpos vegetales en busca de sus fibras más elementales, “surgieron papeles con muchas propiedades diferentes pero sus usos son varios, por ejemplo, se vieron papeles con grosores y texturas que podrían aplicar muy bien para un uso artístico o para grabados. De hecho, surgió una parte escultórica y ha permitido usar un papel decorativo para forrar una lámpara, porque tiene unas texturas y unas calidades de transparencia que se potencian mucho con la luz”, señala Laura Murillo.

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Activación: caminata de recolección en el Parque de la Independencia.

Esta se convirtió en otra manera de reconocer, recorrer y descubrir otros lugares de la ciudad, evidenciándola como una mezcla de paisajes híbridos y en permanente diálogo multiespecie, donde las personas conviven con una gran variedad de plantas nativas, invasoras, ornamentales y cultivadas (además de otras formas de vida no humanas).

“Salir a hacer recorridos y recoger también fue muy importante para casi todos porque, aunque seguramente habíamos pasado por estos lugares, nunca los habíamos visto con esta mentalidad, con otra visión más cuidadosa, más afín a habitar, a entender quizás que el tiempo de las plantas en la ciudad es distinto al tiempo de los humanos en la ciudad, y todo eso lo han incorporado en su práctica creativa”, resalta Laura Ceballos.

Las hojas, tallos, cáscaras y cortezas que actualmente en muchos escenarios son considerados residuos han sido la materia prima con la que la humanidad ha producido pulpa de papel desde que, hace casi 2.000 años, se empezó a experimentar con fibras en la China (Universidad de Burgos, 2024) para finalmente producir un recurso al cual se le han dado diferentes usos: escribir, imprimir, cubrir, envolver, para pintar o cocinar, para limpiar o embellecer, para hacer que los descubrimientos y la memoria perdure; sin embargo, su desarrollo comercial o industrial genera un impacto gigante en el medio ambiente. De hecho, se estima que, por cada kilo de papel se emiten al aire 3,3 kg de CO2, mientras que para producir una hoja de papel son necesarios 10 litros de agua (Kunak, 2024). 

 

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Muestra de resultados Del residuo al papel.

“En este laboratorio surgieron muchas preguntas que nos llevaron a pensar en relación a todo el ciclo de vida: lo que implica hacer papel y también las tecnologías que empiezan a surgir. Además, pudimos observar y aproximarnos a la complejidad de los ecosistemas urbanos, reflexionando acerca de nuestro impacto sobre ellos, preguntándonos por las posibilidades autónomas de transformar los residuos locales en recursos reutilizables e interesarnos por trazar una nueva cartografía urbana basada en el conocimiento compartido”, concluye Sebastián.

Para conocer más de los procesos del laboratorio ingresa a Del residuo al papel.

 

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Sobre Material de estudio

Es un colectivo creativo que busca relacionarse con su entorno (la naturaleza), con su territorio y con los materiales que están disponibles. Se dedica a la investigación, experimentación y creación en común, considerando las prácticas creativas como herramientas poderosas para repensar la relación con el entorno, las materias y los residuos.

En 2018 se establecieron en un espacio que usaban para organizar actividades; sin embargo,  en la época de pandemia y debido a los confinamientos, se diseminaron. Desde ese entonces, crean según cada proyecto, material o territorio. Mediante talleres, laboratorios, charlas, cenas y clubes encontraron un espacio común de experimentación artística para compartir lo vivido.

 

 

Referencias: