Materialidades Conjuntas. Explorar, cuidar y dialogar con los hongos: una invitación para reflexionar junto al micelio

Pieza promocional muestra de resultados Materialidades Conjuntas
Lugar: 
Auditorio del Planetario de Bogotá

“Trabajar con el micelio es reconocer que no todo en la naturaleza debe estar al servicio del ser humano. Queríamos relacionarnos con los hongos desde el cuidado y la sensibilidad, no desde la utilidad”, afirma Natalia Cossio, bióloga y ecóloga integrante del colectivo Habitar el Micelio y una de las coordinadoras del laboratorio Materialidades Conjuntas, proyecto ganador de la Beca Plataforma Bogotá en Arte, Ciencia y Tecnología 2024. Cossio, junto con la artista visual Isabela Izquierdo y el arquitecto y docente Carlos Acosta, coordinaron este espacio en el que se reunieron artistas, diseñadores y expertos en ciencias aplicadas para explorar las posibilidades en el cultivo de hongos; y dialogar - reflexionar entorno de los procesos y formas de relación que el micelio construye con otras especies. Esto invito a cuestionar las formas jerarquizadas de organización y de relación humanas, las cuales buscan imponerse a otras especies y ecosistemas.

Sesión de cultivo en el laboratorio Materialidades conjuntas

Sesión de cultivo en el laboratorio Materialidades conjuntas

Como punto de partida, el laboratorio buscó comprender cómo los hongos establecen redes de cooperación y apoyo que proponen diversas formas de habitar, propiciando que varias co-relaciones emerjan y configuren ecosistemas complejos. Es aquí, con el objetivo de aproximarse a una metodología colaborativa con los hongos, que se indagó en el concepto de biomaterial. Más allá de una lógica extractivista, este abordaje en el uso de los  biomateriales propone un sistema cooperativo basado en el cultivo y la reutilización que, aunado a un conjunto de reflexiones, se aleja de la visión antropocéntrica de consumo. Para Cossio, dichos aprendizajes no solo se dan desde una perspectiva biológica, sino que se asimilan con otras formas de relación más allá de las lógicas utilitarias: “Los hongos también por su modo de vivir, por las colaboraciones que entretejen, por su modo de crecer, nos van enseñando también a descentralizar lo humano en las formas en cómo vemos y percibimos la vida”.

 

Sesión en Plataforma Bogotá con Isabela Izquierdo

Sesión en Plataforma Bogotá con Isabela Izquierdo

El laboratorio contó con varios encuentros teóricos y salidas que permitieron enriquecer los diálogos, reflexiones y posibilidades en la creación de los proyectos por parte de los participantes. Se destacaron, entre otros, la charla con la investigadora Jaret Jiménez, ecodiseñadora fundadora de la materioteca del ITESO que permitió ampliar la perspectiva sistémica con la que se comprenden  las materialidades; y una visita a Kuiica, laboratorio dedicado a la transformación de materiales y residuos plásticos, en el que los participantes reflexionaron acerca de los procesos de producción de biomateriales según el impacto ecológico de estos elementos asociado a sus correspondientes ciclos de vida.

Para Isabela Izquierdo, por otro lado, este laboratorio resultó en un provechoso ejercicio de escucha y de intercambio. “El laboratorio fue un espacio muy íntimo, en el cual aprendimos a escuchar a los hongos”. En este ejercicio de comunicación, uno de los grandes hallazgos que se dieron,  fueron las transformaciones del imaginario general que se tiene sobre el micelio. Izquierdo resalta que esa dimensión relacional marcó la dinámica del laboratorio y transformó la manera en que los participantes se aproximaron a los   hongos: “Uno de los procesos que más ayudó fue el de cultivo. Durante la primera sesión nosotros hacemos un ejercicio en el que preguntamos: ‘¿Alguno dormiría con un hongo debajo de la cama?’. Y la mayoría respondía que no, porque se podían enfermar. Luego cuando empezamos la fase de cultivo y los participantes se llevaron los hongos a sus casas, una de las participantes que había dicho que no, nos comentó que el hongo terminó encontrando la mejor incubadora debajo de la cama, y ahora ambos están felices viendo cómo crece. Ese cambio se da a partir de cuidar al otro. Cuando yo quiero cuidar al otro, obviamente lo tengo que entender”.  

Conversatorio  en el marco del Openlab
Conversatorio  en el marco del Openlab

La muestra de resultados del laboratorio culminó con el Openlab de Materialidades Conjuntas, espacio donde laboratoristas, participantes y el equipo de Kuiica, dialogaron en torno a los hongos y otras materias como agentes colaborativos - creativos, resaltando el papel de la prácticas sensibles orientadas al cuidado, la simbiosis y la interdependencia. Posteriormente, los participantes propusieron un recorrido con cuatro estaciones, en las que presentaron las co-creaciones realizadas junto al micelio: bio-piezas, experimentaciones sensoriales y exploraciones relacionales que sirvieron de excusa para establecer una serie de reflexiones en torno a los procesos de cultivo, transformación y diálogos interespecie.

En estas estaciones los participantes desarrollaron las siguientes propuestas:

Circuito de activaciones: Proyectos experienciales desarrollados por los participantes

Circuito de activaciones: Proyectos experienciales desarrollados por los participantes

Carolina Cortés propuso una experiencia visual que atravesó escalas desde los biomateriales y esporomas cultivados durante el laboratorio, hasta la observación microscópica del micelio. Su propuesta hilaba un componente científico con lo sensible, mostrando cómo lo que se observa bajo el  microscopio también puede ser una forma de asombro estético.

Marcela Cely y Edna Carolina Bonilla desarrollaron una experiencia sensorial con cajas de texturas que permitieron a los asistentes interactuar a ciegas con sustratos, hongos y biomateriales. La propuesta estaba acompañada de un texto que cerraba la experiencia:

 “Entrelaza tus dedos como si fueran cordones miceliales, conectando paisajes. Respira lento. Luego, acerca tus manos a la nariz y deja que el último rastro de aroma de la experiencia te acompañe… Que salgan con manos más atentas, una nariz más despierta y una imaginación más porosa para disfrutar los mundos que compartimos.”

Esta estación se encontraba guiada por la siguiente pregunta: ¿Cómo, a partir de mis sentidos, aprendo a cohabitar con otros seres?

Circuito de activaciones: Proyectos experienciales desarrollados por los participantes.

Circuito de activaciones: Proyectos experienciales desarrollados por los participantes

Joanna Martínez y Angie Saray Goyes presentaron un proyecto en torno a la intimidad con los hongos. Incorporaron almohadas intervenidas con representaciones de especies cultivadas en el laboratorio (Pleurotus ostreatus, Ganoderma lucidum y Trametes versicolor), cada una con un audio distinto: una recopilación colectiva de frases y afectos de los participantes, una lectura nocturna que Angie dedicaba a su hongo, y un registro sonoro creado a partir de los impulsos eléctricos de los hongos por Carlos Ramos. El gesto invitaba a recostarse y escuchar, como si se compartiera un sueño con los hongos. Junto a la pieza, Joanna presentó una postal que relataba su experiencia de dormir con un cultivo debajo de su cama.

Un fragmento decía:

 “Todos los días me levantaba para ver este nuevo ser extraño que dormía bajo mi cama… vivió casi un mes hasta que un día un habitante verde quiso acompañarlo… Nos cuidamos, nos conocimos y quizá nos despedimos.”

La última estación, llamada internamente el lugar de los afectos, reunió los proyectos de Marcela Arango, Carlos Andrés Ramos, Santiago Suárez y Juan González. Esta estación partió de una idea compartida: los hongos transmutan y transforman. Desde ahí, los participantes entregaron al micelio no solo materia, sino también sus propios sentires, para que fueran transformados en un gesto simbiótico.

Circuito de activaciones: Proyectos experienciales desarrollados por los participantes

Circuito de activaciones: Proyectos experienciales desarrollados por los participantes

Juan González trabajó con corazones esculpidos, y cultivados con hongos, conectados a sensores que respondían al tacto. La pieza hacía evidente cómo al tocar también somos tocados, cómo afectamos y somos afectados.

Circuito de activaciones: Proyectos experienciales desarrollados por los participantes

Circuito de activaciones: Proyectos experienciales desarrollados por los participantes

Marcela Arango cultivó en una vaca de peluche, un gesto cargado de memoria y duelo personal, ligado a la pérdida de su padre y  la venta de una finca familiar. Su trabajo fue acompañado por un video que mostraba la transformación de la pieza a lo largo del tiempo, en diálogo con la vida y la muerte que los hongos habitan.

Circuito de activaciones: Proyectos experienciales desarrollados por los participantes

Circuito de activaciones: Proyectos experienciales desarrollados por los participantes

Carlos Ramos tradujo los impulsos eléctricos de sus cultivos en sonidos, revelando cómo cambios mínimos de humedad, temperatura o luz se expresan en vibraciones audibles.