Máquinas para atrapar cometas y meteoritos: especulando otras formas de aproximarnos a las tecnologías

Poster de invitación a muestra de resultados del laboratorio de Máquinas
Lugar: 
Museo del Planetario de Bogotá

Y en el fondo del universo habita un significado secreto que solo puede comprenderse por medio del rumor de máquinas averiadas. Este pensamiento, sacado de una de las tramas de una novela de Isaac Asimov, da cuenta de la fascinación humana por el cosmos y de la pulsión que guía al laboratorio Máquinas para Atrapar Cometas y Meteoritos: Electrónica Estelar y Reparación Rudimentaria. Ganador de la Beca Plataforma Bogotá – Arte, Ciencia y Tecnología 2024, este proyecto, coordinado por Marianna Velasco, explora cómo los seres humanos se relacionan con la tecnología a través de la construcción de máquinas concebidas para lo imposible: atrapar  cuerpos celestes; y usa la imaginación para repensar nuestro vínculo con los objetos.

En el laboratorio, “lo estelar” permite conceptualizar y especular cómo los artefactos pueden capturar cometas y meteoritos. Cada máquina surge de una serie de piezas y componentes electrónicos en desuso que adquieren otras posibilidades por medio de la intervención de los participantes: luz, movimiento y sonido se combinan para crear experiencias que conectan lo manual con lo cósmico, lo imposible con lo rutinario. Según Marianna, “la tecnología no es un medio para nuestra comodidad, sino un instrumento que nos permite apropiarnos del mundo y dialogar con él”.

Salida de campo a tienda de componentes electrónicos

Salida de campo a tienda de componentes electrónicos

El proceso del laboratorio, que se estructuró en diferentes fases, permitió que los asistentes se acercaran a los fundamentos teóricos del circuit bending. Para Marianna, contar con estas aproximaciones técnicas sirvió para darle una intencionalidad al ejercicio artístico que proponía y enriquecer el discurso que acompaña cada diseño: “No todo el mundo sabía cosas de electrónica. Para muchos fue un primer acercamiento al circuito, a la protoboard, a los elementos más básicos de la electrónica. Fue lindo ver eso: ver cómo la gente se emocionaba por cosas tan sencillas, porque simplemente les servía en la construcción de sus máquinas”.

 Salida de campo a los mercados de pulgas en el centro de Bogotá

Salida de campo a los mercados de pulgas en el centro de Bogotá

El insumo principal para las máquinas imposibles fue, paradójicamente, la carcasa y el “corazón” de máquinas obsoletas. A través de recorridos a mercados de segunda mano ubicados en el centro de Bogotá, los participantes acuñaron objetos y piezas electrónicas que fueron el insumo para los proyectos que se iban a desarrollar. En este diverso conjunto de electrodomésticos averiados se gestaron los primeros bocetos y ejercicios de ingeniería inversa que más adelante se convirtieron en prototipos.

Proceso de desarmado de cada uno de los objetos

Proceso de desarmado de cada uno de los objetos

La recolección, además de orientar el proceso creativo de los participantes, también fue uno de los pilares principales del laboratorio. El DIY (Do-It-Yourself), práctica que consiste en la construcción, reparación, modificación y creación de objetos por cuenta propia, sin la dependencia del conocimiento de expertos o de producción industrial funcionó como un pivote metodológico en el desarrollo del laboratorio. Esta apuesta política, planteada por Marianna como hilo conductor del espacio, propició una reflexión sobre la capacidad del hombre de entender el funcionamiento de las cosas que lo rodean y la posibilidad de entablar un vínculo afectivo con “objetos que usamos todos los días, pero en los que nunca nos hemos fijado de verdad”.

Sesión de construcción de las máquinas

Sesión de construcción de las máquinas

Federico Reyes, curador y artista, que acompañó  el proceso de conceptualización de los proyectos, coincide con la apreciación de Marianna. Federico explica cómo los encuentros dentro del taller permitieron “desdibujar los límites entre lo poético y lo tecnológico, las ciencias duras y lo sensible”, generando espacios que invitan a reflexionar acerca de la relación entre los objetos y quienes los manipulan. 

Ese entendimiento distinto de la tecnología: afectiva, susceptible a imprevistos, que requiere atención y cuidado, funcionó como parteaguas para problematizar el paradigma de la utilidad. El valor de las cosas no solo es dado por su función, sino que se resignifica gracias a una percepción profunda. Federico recuerda, por ejemplo, cómo los participantes experimentaron la frustración de tratar de encender un LED o activar un circuito en apariencia “funcional” con una fascinación inexplicable. “La tecnología percibe formas energéticas que no registramos, pero que están allí, y responde a ellas desde su propio lugar. A veces son temperamentales. Puede que todo esté en orden, pero por alguna extraña razón en ese momento no funciona”, explica. 

Presentación de la charla con el artista Alejandro Duque

Presentación de la charla con el artista Alejandro Duque

El diálogo con invitados de diversos campos de conocimiento en el laboratorio, enriqueció la experiencia y propuso una ruta de trabajo que abordó diferentes perspectivas para especular junto a las tecnologías. Alejandro Duque, artista experimentado en arte basado en redes (net.art) y artes de la transmisión, aportó referencias sobre comunidades de creación-apropiación tecnológica y el uso del arte como herramienta colectiva. David Tovar, geólogo, invitó a los participantes a la observación-contemplación estelar en el domo del Planetario de Bogotá, desde un abordaje científico de las estrellas, cometas y meteoritos. Según Marianna, estas intervenciones fueron “pausas valiosas dentro del proceso de construcción, que ayudaron a aterrizar ideas y a incorporar un lado más científico a las máquinas”.

Charla en el domo del Planetario de Bogotá junto al geólogo David Tovar

Charla en el domo del Planetario de Bogotá junto al geólogo David Tovar

La muestra de resultados del laboratorio estuvo compuesta por más de una docena de máquinas, diseñadas con mecanismos simples que permiten el movimiento y la alteración de la luz y el sonido. Algunos artefactos afectan señales de radio, convirtiéndose en dispositivos sonoros; otros giran, parpadean o producen señales acústicas mínimas.

Cada máquina lleva un nombre inventado por su creador(a) y una instrucción sencilla que invita a la interacción directa del público. Federico  resalta que “La exposición desafía la noción tradicional del espectador. Los objetos están dispuestos para que las personas puedan activar botones, mover perillas y participar en la experiencia tecnológica”. Cada uno de los asistentes a la muestra pudo acercarse, tocar y activar las máquinas creadas durante el laboratorio, artefactos sensibles que invitaron a repensar una  tecnología desde la curiosidad y la reparación más que desde la utilidad.

Muestra Hechizo en el Museo del Planetario de Bogotá

Muestra Hechizo en el Museo del Planetario de Bogotá

La muestra “Hechizo” estuvo en el Museo del Planetario de Bogotá del 28 de octubre hasta el 9 de noviembre.

Máquina Transimisión estelar de Felipe Amaya

Máquina “Transmisión estelar” - Felipe Andrés Amaya

Conozca el texto curatorial de la muestra:

Hechizo

Estas máquinas - que son muchas cosas - son especialmente máquinas frágiles y monstruosas. O, mejor, estas máquinas son frágiles por lo monstruosas que son, y son monstruosas por lo frágiles que son.

Son frágiles porque se les aflojaron las junturas, les nacieron rotos, se les cayeron las partes, y se les sumaron pedazos en el camino que transitaron para dejar de ser máquinas familiares, como televisores o radios, para convertirse en máquinas atrapa-cometas, atrapa-meteoritos y atrapa-otroscuerposestelares. Y, claro, son monstruosas precisamente por todo eso que se les aflojó, por todo lo que se les perdió entre los rotos, y por todo lo que encontraron e incorporaron en ese tránsito que las hizo frágiles.

Son frágiles porque son monstruosas, y son monstruosas porque son frágiles.

También, claro está, son monstruosas porque son todo lo contrario a lo que nos han dicho que son las máquinas. Es decir, son monstruosas porque vuelven frágil la idea de la máquina como la conocemos. No son máquinas cerradas, ni frívolas, ni distantes, ni puramente racionales o puramente productivas. No. Son máquinas diferentes, temperamentales. Quienes las hicieron lo hicieron con afecto, deseo, instinto y mística antes que con los cálculos o con la precisión científica de quienes hacen las máquinas normalmente.

Son máquinas hechizas. Eso son. Frágiles, monstruosas y, sobre todo, hechizas. Y son hechizas porque rechinan y se encaprichan. Porque no las hicieron profesionales en hacer máquinas, sino ceramistas, diseñadores, antropólogos, artistas o músicos. Y hechizas, también, porque conjuran, porque llaman a la existencia cosas que no son usuales dentro del universo de las máquinas: conjuran a lo poético, a lo metafórico, a lo sensible y al ensueño. Son máquinas hechizas y son máquinas-hechizo.

Al final del día, son lo que son: máquinas para atrapar cometas y meteoritos. Y fueron hechas por: Felipe, Alberto, María Paula, Antonia, Toña, Natalia, Daniel, Megumi, Ian, Tefi, Maleja, Erick, Santiago, Deisy, Nicolás, Julián, Evelin, Federico y Marianna.

Máquina Una noche quisimos fusionarnos de Megumi Cardona

Máquina “Una noche quisimos fusionarnos” - Megumi Cardona